El pintor colombiano Carlos Salas abrió este martes su taller, su casa y alma para los miembros de la Red MAMBO, del Museo de Arte Moderno de Bogotá.

Escoltado por sus dos perros Cami y Choco, Carlos Salas describe con dosis equitativas de orgullo y humildad los pormenores de su dilatada carrera, que lo ha llevado a exponer sus obras abstractas, entre otros, en el Museum of Contemporary Art North Miami (MOCA).
Su estudio, en el que también vive y que mostró hospitalariamente a los miembros de la Red MAMBO, transmite una placentera sensación de caos coherente que exhala creatividad por los cuatro costados. De hecho, se podría decir que su taller es una pieza más de su inmensa obra, ya que hasta las paredes son testimonios silenciosos y cómplices de la genialidad del artista, que vierte allí sus pensamientos en crudo en forma de frases escritas directamente sobre el muro. Los cuadros del artista también están expuestos de forma errantemente ordenada por todo el espacio, conformando una exposición en permanente mutación.
Carlos Salas nació en el departamento del Huila en 1957. La carrera del artista empezó en el campo de la arquitectura, posteriormente estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de París y poco a poco, sobre todo a partir de 1981, desarrolló una fuerte tendencia abrastracta. El artista colombiano tiene una extensa hoja de servicios al arte con en exposiciones en Colombia y en el exterior: París, Madrid, Ginebra, Nueva York, Caracas y San José de Costa Rica, han acogido sus creaciones. A su vez, el Museo de Arte Moderno de Bogotá realizó una muestra retrospectiva de su obra en 1999.
“Cuando dejé la arquitectura y empecé en el mundo del arte quería desembarazarme de algo que consideraba una carga. Después descubrí que mi vocación arquitectónica era una ventaja”, confesó Salas durante la visita a su taller en el barrio bogotano de Chapinero.
Asimismo, el artista -cuyas obras desprenden una fuerza y vitalidad inconmensurable- señaló que sus creaciones tienen importantes dosis de melancolía y se estructuran en “ciclos” de cinco o seis años. “Siento cierta dureza cuando veo un cuadro expuesto en una pared, donde la pintura actúa realmente es en el interior de cada persona”, subrayó Salas, que utiliza todo tipo de materiales y soportes para plasmar sus creaciones.
Salas afirmó además que su trayectoria artística más reciente está fuertemente marcado por el pensamiento del psicólogo suizo Carl Gustav Jung, que acuñó el concepto de “sincronicidad”, caracterizado por reconocer la coincidencia temporal de dos o más eventos, que guardan relación entre sí, pero que no son uno causa del otro, sino que su relación es de contenido.
“La relación entre la enfermedad y el arte es bien interesante, como artista te marca mucho”, reconoció Salas.
“Hice una serie de pinturas llamadas ‘Marcas del sentimiento’, después de enseñarlas me llegaron a preguntar si estaba pintando sangre. A pesar de que no estaban hechas con esa intención, realmente lo parecía. Mi cuerpo se estaba expresando a través de mi obra”, observó Salas, que reconoció haber pasado leucemia, una enfermedad que a pesar de estar ya superada, le obliga a seguir un estricto tratamiento médico.
La visita al taller del artista también tuvo una faceta cinematográfica, puesto que allí se rodó el largometraje “En el taller” (Ana Salas, 2016), que relata la realización de una inmensa obra circular, siguiendo cada una de sus etapas, así como las fases de la vida interior por las que pasa el pintor a lo largo de su trabajo.
La visita al taller del artista se enmarca en las actividades que la Red MAMBO ofrece a sus miembros desde el pasado mes de octubre.
“Hemos puesto en marcha un programa de actividades para nuestros socios que busca hacer que el museo salga de sus paredes y los ciudadanos puedan conocer que es un artista y que pasa detrás de un cuadro para entender las obras de los creadores de las grandes obras de la colección del MAMBO de forma más completa”, explicó Raquel Serebrenik, coordinadora de la Red MAMBO.

Bogotá. Febrero 2017
Miquel Vera

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